Mi marido es un santo
Pobre mío, le encanta todo lo que preparo y es mi
mejor fan.
Pero a él, le apasionan las magdalenas, y a mí me ha dado por la repostería
anglosajona y norteamericana…
Como os digo un santo.
Así que me he propuesto ir metiendo recetas
tradicionales en el blog para poder resarcirle de tantos años de apoyo
incondicional comiendo repostería extranjera.
Y creo que estas magdalenas de nata han sido todo un
regalo para él, que ha hecho acopio y dice que no piensa repartir. Aunque yo le
voy a birlar dos para mi madre y dos para mi suegra…que también tienen derecho
y además, nos han parido.
Como además, como al susodicho, le apasiona el agua de
azahar y la naranja las he aromatizado así, para que su felicidad fuera plena.
Son unas magdalenas súper esponjosas, con un sabor a
mantequilla maravilloso que recuerdan un poco a las mantecadas, combinada con
el agua de azahar y la ralladura de naranja, hacen una magdalena con un sabor
exquisito.